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NOBEL DE MEDICINA 2023: EXTRAORDINARIO RECONOCIMIENTO A LA INVESTIGACION CIENTIFICA VS EL NEGOCIO EN MEDICINA

Dr. César A. Prieto Ávila, Presidente Colegio Médico del Valle del Cauca | octubre 14 de 2023

Imagen de Niklas Elmehed © Nobel Prize Outreach

La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska anunció que el Premio Nobel de Medicina 2023 es para los doctores Katalin Karikó (Hungara) y Drew Weissman (Norteamericano) sustentando así su decisión: “por sus descubrimientos sobre modificaciones de bases de nucleósidos que permitieron el desarrollo de vacunas de ARN mensajero (ARNm) eficaces contra la Covid-19, a  través de sus innovadores hallazgos, que han cambiado fundamentalmente nuestra comprensión de cómo el ARNm interactúa con nuestro sistema inmunológico; los galardonados contribuyeron a un ritmo sin precedentes en el desarrollo de vacunas durante una de las mayores amenazas a la salud humana en los tiempos modernos”

La importancia de este reconocimiento para el futuro desarrollo del tratamiento de otras enfermedades, llamadas por la gran industria farmacéutica para justificar sus grandes ganancias financieras, como: “enfermedades de alto costo”, “enfermedades raras”,  “enfermedades huérfanas” etc., muchas de ellas en estados terminales y para no reconocer o patrocinar investigaciones; Estos hallazgos fueron fundamentales para crear la tecnología de ARNm con fines clínicos, que fue inicialmente limitado, especialmente las vacunas de ARNm,  pero que no desanimaron a la Doctora en Bioquímica húngara Katalin Karikó, quien se dedicó a generar métodos para utilizar el ARNm con fines terapéuticos. A principios de la década de 1990, cuando era profesora asistente en la Universidad de Pensilvania, se mantuvo fiel a su visión de hacer realidad el ARNm como terapéutico a pesar de encontrar dificultades para convencer a los financiadores de la investigación de la importancia de su proyecto. Una vez radicada en la Universidad de Pensilvania (EEUU) se asoció con su colega docente en la misma universidad, el Medico Inmunólogo estadounidense Drew Weissman quien estaba interesado en las células dendríticas, que tienen funciones importantes en la vigilancia inmunitaria y la activación de las respuestas inmunitarias inducidas por vacunas. Estimulados por nuevas ideas, pronto comenzó una fructífera colaboración entre los dos, centrándose en cómo los diferentes tipos de ARN interactúan con el sistema inmunológico. Esta asociación entre Karikó y Weissman fue un hecho fortuito en la Universidad de Pensilvania, ya que, por azar, durante una de sus jornadas de trabajo en 1998, se encontraron frente a una fotocopiadora e intercambiaron ideas: ella habló de su fascinación por el ARN mensajero y él contó que buscaba nuevos enfoques para una vacuna contra el VIH. 25 años después de ese encuentro fueron premiados con el Nobel.

Este galardón otorgado a Katalin Karikó y Drew Weissman es realmente el reconocimiento a la importancia de la investigación, cuando muchos dicen ‘sólo hay que investigar lo que creemos que es muy importante y lo que vemos como primordial’, ellos probaron que hay que sostener la investigación básica, porque uno nunca sabe en qué momento puede ser aplicada. A esta mujer no la quisieron apoyar en este tipo de trabajo por mucho tiempo pensando que no tenía futuro y no era rentable,  pero no hay manera de predecir el futuro de una investigación; ahora este trabajo es importantísimo y de aquí en adelante muchas vacunas podrán ser accesibles en diversas partes del mundo y ya estaban trabajando en otras vacunas cuando llegó la epidemia de SARS-CoV-2. De manera que no es un descubrimiento de un día a otro; ambos, la doctora Katalin Karikó trabajando el ARNm y el doctor Drew Weissman con la inmunología, llevaban más de 10 años colaborando. Había realmente muy poca información sobre la efectividad de este tipo de vacunas, su desarrollo llevaba mucho tiempo de estudio con tenacidad y dedicación.

Katalin Karikó es una bioquímica nacida en 1955 en Szolnok, Hungría, se licenció en biología en 1978 y completó el Doctorado en bioquímica en 1982 en la Universidad de Szeged, en su Hungría natal. Tras esto, aceptó un puesto en el Centro de Investigación Biológica (BRC por sus siglas en inglés) localizado en la misma ciudad, donde estudió la actividad antiviral de segmentos cortos de ARN e inició sus investigaciones sobre nucleósidos modificados, un tipo de ARNm sintético en el que se han alterado o sustituido nucleósidos específicos, normalmente por otros sintéticos o modificados de forma natural, realizó un posdoctorado en la Academia Húngara de Ciencias de Szeged hasta 1985. Posteriormente, se trasladó a los Estados Unidos, donde realizó investigaciones postdoctorales en la Universidad Temple de Filadelfia. En 1989 fue nombrada profesora adjunta de la Universidad de Pensilvania, donde permaneció hasta 2013, Fue allí, continuó trabajando sobre el ARNm y realizó avances que la inspiraron para dedicarse al estudio de la terapia génica (una forma experimental de tratamiento que utiliza la transferencia de genes a la célula de un paciente para curar una enfermedad) basada en el ARNm. En la actualidad, la nobel húngara se desempeña como profesora en la Universidad de Szeged y como profesora adjunta en la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, además de ser vicepresidenta senior de BioNTech.

Tras conocer el fallo del jurado, Katalin Karikó ha explicado cómo se siente a unohora que el éxito de las vacunas ha colocado su trabajo en un lugar central de la ciencia: “Durante 40 años no solo no recibí ningún premio, sino que no recibí ningún apoyo económico para mi investigación, así que este reconocimiento es un gran honor. Quiero aprovechar que estoy bajo los focos de los medios para animar a los jóvenes a dedicarse a la ciencia, porque es apasionante”.

Para la galardonada, las vacunas contra la COVID-19 son sólo el principio de una revolución biomédica en ciernes. Dijo: “Ahora que ya se ha demostrado la utilidad de esta técnica para desarrollar vacunas, estoy convencida de que pronto tendremos más para otras enfermedades. Además, es una terapia especialmente barata porque la medicina se produce en tu propio cuerpo, tú mismo te conviertes en la fábrica de medicamentos. Las aplicaciones son infinitas”.

Durante su paso por la Universidad de Pensilvania, la investigadora conoció a Drew Weissman. Juntos estudiaron cómo los diferentes tipos de ARN interactúan con el sistema inmunológico y marcaron un antes y un después en la ciencia y contribuyeron así a un cambio de paradigma en la comprensión de cómo las células reconocen y responden a diferentes formas de ARNm y advirtieron que su descubrimiento tenía una profunda importancia para el uso del ARNm como terapia. Los resultados de su investigación se publicaron en 2005, quince años antes de la pandemia de COVID-19. En 2005 Karikó y Weissman lograron su primer gran avance: descubrir cómo modificar el ARN de forma que el sistema inmunitario humano no logre detectarlo.

Drew Weissman nació en 1959 en Lexington, Massachusetts, Estados Unidos, obtuvo su licenciatura y máster en Bioquímica y Enzimología en la Universidad Brandeis (1981) y se doctoró en Inmunología y Microbiología en la Universidad de Boston (1987). Tras realizar la residencia en el Hospital Beth Israel de Boston, en 1990 se incorporó a los Institutos Nacionales de la Salud y trabajó durante cuatro años en el Laboratorio de Inmunorregulación del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, En 1997 pasó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, donde 25 años después es catedrático y director del Núcleo Inmunología-Centro Penn para la Investigación del Sida y de Investigación en Vacunas en la División de Enfermedades Infecciosas, además es un conferenciante internacionalmente aclamado: solo entre junio de 2016 y marzo de 2021 presentó 54 ponencias en foros especializados de diez países de América, Europa y Asia.

Recordemos que tanto el ADN como el ARN son las moléculas –químicamente son ácidos nucleicos– que contienen la información necesaria para que todo organismo vivo fabrique sus proteínas. El ADN de cada ser vivo es único y está presente en todas sus células. La función del ARN −en términos muy básicos− es copiar la información del ADN y transportarla hasta la maquinaria de la célula que se ocupa de fabricar las proteínas. El concepto de terapia de ARN mensajero parte de la base de que es posible diseñar ARN ‘a la carta’ en el laboratorio, de forma que contenga la información necesaria para fabricar cualquier proteína, ya sea un compuesto terapéutico o, como en las vacunas frente a la Covid-19, un fragmento de un virus. Una vez dentro de la célula, ese ARN sintético será leído por la maquinaria celular, que empezará a producir las proteínas deseadas.

Queremos hacer énfasis en destacar que los Drs. Karikó y Weissman son un ejemplo de perseverancia, sufrieron múltiples rechazos por lo arriesgado de su investigación y la tendencia al cortoplacismo de la política científica de la gran industria farmacéutica global, su triunfo nos hace pensar en lo difícil que es vaticinar qué va a funcionar en biología, y cuántos avances científicos han podido quedar en el camino por no asumir riesgos. Es un ejemplo, no con una frase de cajón “para las futuras generaciones” sino para todo el mundo científico y de la investigación que debe estar basada en el método científico y en obtener logros para beneficio de la humanidad y no con afán de lucro y de de rendimientos financieros antes que los rendimientos sociales.