“Velamos por la profesión médica, por su ejercicio ético en condiciones laborales dignas y justas y por
la salud de los colombianos”.

Artículo 3º. Estatutos. Capítulo I

Órgano asesor y consultivo del Estado en materia de salud pública desde 1935 (Ley 67 de 1935 y Ley 23 de 1981).

La educación médica en Colombia: ¿cambio de paradigmas?

César Augusto Prieto Avila M.D. | Presidente Colegio Médico Del Valle del Cauca| mayo 14 de 2024

Créditos FMC

En la profesión médica colombiana inciden actualmente dos eventos fundamentales que han venido cambiado su desarrollo y su práctica diaria y finalmente tienden a transformarla radicalmente: Uno de ellos, plenamente identificado, es la Ley 100 de 1993 que reformó el Sistema General de Seguridad Social en Salud, sobre la cual mucho se ha debatido, y aún falta por debatir, y no es el tema en esta ocasión; el otro evento, menos evidente pero que es igualmente preocupante, es el de la transmisión del conocimiento médico.

Durante los últimos años el proceso de creación y transmisión de este conocimiento ha sufrido un tránsito desde la Medicina integral tradicional y científica, hacia su minimización, pasando por el contenido curricular basado en competencias hasta llegar al contenido curricular basado en problemas aislados sin integrarla a procesos de conceptualización y comprensión, o sea sin ningún rigor científico, pues simplemente busca en el profesional en formación, el dominio de información para la realización de procesos técnicos basados en guías de manejo y la medicina evidencial, no como un avance en el proceso profesional de la investigación y adquirir nuevo conocimiento y por lo tanto mejorar la calidad del proceso de atención en salud, sino buscando la contención de costos por la misión de lucro de las entidades privadas del aseguramiento en salud y llevándose de calle a la profesión médica, pretendiendo convertirla en un oficio.

Nuestra propuesta, es no seguir haciendo diagnósticos sobre la situación, sobre lo que pudo haber sido y no fue, sino hacer análisis propositivos y pragmáticos tratando de mirar hacia adelante, con el convencimiento de que la situación del Sistema de Salud de nuestro país debe cambiar a raíz de la aprobación de la Ley Estatutaria de Salud 1751/15 declarada Exequible en Sentencia de la Corte Constitucional y la necesaria reforma del actual Sistema Nacional de Seguridad Social en Salud.

La reforma al Sistema Nacional de Salud de 1993, al exigirle al medio hospitalario público una cruel competencia mercantilista, le asestó un pesado golpe a la formación de futuros profesionales médicos y, para bien o para mal, la Ley 100 ignoró el tema de la formación de los médicos.

Es imposible imaginarse la carrera médica sin sitios de práctica, pero la situación de crisis severa creada, en la Red Publica Hospitalaria por el manejo de la intermediación financiera efectuado ilegalmente por parte de las EPS privadas, han producido un duro golpe a la marcha asistencial de los hospitales afectando en gran manera el proceso de formación de los profesionales de la salud, en la participación tanto de estudiantes de pregrado como de médicos en entrenamiento de posgrado en la atención de sus pacientes, con desatención total a los valores de la medicina y de la salud pública y con una gran indiferencia por los derechos del paciente, así como de los derechos de los médicos, todo ello con carencia absoluta de una infraestructura de información y prácticamente sin mecanismos de control.

Si pretendemos aventurarnos en el gigantesco tema de la Educación Médica en Colombia, lo primero que tenemos que hacer es estar en la disposición de analizar, sin ningún sesgo, las características de los modelos de educación médica en nuestro país en los últimos años. Si aceptamos que la educación médica es un proceso de socialización (como señalara Knight en 1981) el mismo debería involucrar no solo la adquisición de conocimientos y destrezas sino también la reflexión sobre actitudes, creencias que los estudiantes o profesionales en entrenamiento tienen acerca de distintos aspectos relacionados con la praxis profesional. En este sentido ya sea por los cambios en el conocimiento o por los cambios en la praxis, la educación médica es un permanente desafío.

Si bien, tenemos una tradición que marca una trayectoria y desempeño en cualquiera de los campos del quehacer humano, no podemos olvidar la importancia del permanente cambio en el progreso de las culturas; es por esto que no solamente debemos tener en cuenta el cambio que se ha dado en la educación médica a nivel mundial, sino esforzarnos en hacer un diagnóstico reflexivo de nuestra participación en ese cambio y construir nuevas aspiraciones de formación en los estudiantes, basados en un análisis sistémico de nuestro contexto actual. Existen multitud de factores que nos deben llevar a reflexionar muy seriamente acerca de cómo se está realizando la educación médica actual y cuál debe ser nuestro papel en la misma.

Al pensar en este cambio educativo debemos tener presente, independiente de nuestras concepciones sobre la situación, el escenario actual en el que se están formando estudiantes que salen a trabajar en un sistema de salud con una problemática individual, familiar y social cambiante, con un significativo y por qué no decirlo, drástico cambio en la forma de ejercicio profesional, quien debe trabajar cada vez con una mayor presión laboral (de “rendimiento y productividad”), emocional (de calidad), económica (teniendo que cumplir en varios sitios de trabajo para suplir sus necesidades básicas), legal (por el riesgo a las demandas que se incrementa cada día más, debido a que puede ser censurado por los pacientes quienes acceden fácilmente a la tecnología informática y tienen herramientas para discutir con el médico el tratamiento debido a la información que obtuvieron por ejemplo en la medicina basada en la evidencia) y con una exigencia conceptual que escapa a cualquier dimensión humana debido al avance casi diario de la ciencia y el conocimiento inmediato de dichos avances, a través del acceso tecnológico, lo cual supera cualquier capacidad individual.

A lo anterior debemos agregar la dificultad que existe actualmente en la educación médica con respecto al cambio en los estudiantes que se reciben, quienes manejan herramientas tecnológicas que los mantienen en contacto directo con todo el mundo en un solo “clic” del computador o equipos móviles inteligentes y les permite, al igual que el paciente, en muchas oportunidades censurar al docente por su falta de conocimiento actualizado, puesto que en muchas oportunidades, poseen una base informática activa por WiFi, donde les brinda un manejo terapéutico ideal, el cual puede muchas veces apoyarlos para censurar el tratamiento que da el docente al lado del paciente, por no tener por ejemplo una evidencia tipo I o A (según clasificación) en la Medicina Basada en la Evidencia (MBE); en cuanto a lo anterior, es muy importante, de paso, tener claridad en cuanto a que la MBE, es una herramienta más de trabajo que deben conocer los estudiantes pero a la cual no podemos limitar la totalidad del manejo médico-quirúrgico del paciente; simplemente ayuda a definir ciertos criterios de dualidad pero no es en ella en la que se debe encontrar la respuesta a la problemática de los pacientes.

Es con base en este criterio que se debe entender la importancia de preservar valores académicos básicos, como lo tienen la semiología y el diagnóstico clínico en la formación médica actual, herramientas que a corto tiempo son difíciles de remplazar en un computador, debido a la falta de sensibilidad de la máquina que recibe la información y la particularidad del ser humano, lo cual hace que este sea un proceso en construcción que sólo pueda integrar otro ser humano, y que escapa actualmente a nuestra imaginación, por lo menos del futuro próximo, en el que posiblemente, se pueda incluso con un computador y una resonancia funcional lograr una aproximación a un diagnóstico diferencial incluyendo en el análisis emocional del paciente. Esto no está lejos de la realidad, así como no lo es para los estudiantes el tener la facilidad de viajar y compartir experiencias con todo el mundo en un solo instante, sin tener que esperar al paso de los años para conocerlo, es decir, tienen el acceso al conocimiento del mundo de una manera diferente y mucho más fácil que el que teníamos hasta hace poco tiempo.

Todo esto es lo que ha influido de manera significativa en las nuevas generaciones que tienen claridad en cuanto a que “no es necesario saberlo todo”, sino encontrar la forma de hallar el conocimiento de manera efectiva. Este es un paradigma que rompieron las nuevas generaciones y nos cuesta mucho trabajo entender. Lo importante para los docentes consiste en encontrar el punto en el que se entienda que no todo es tan simple como saber acceder a la información. Entonces ¿qué se debe aprender significativamente? Es allí donde deben comenzar el trabajo los educadores, la idea es pensar no solamente en qué debe saber sino cómo se ayuda al estudiante a asociar este conocimiento con otros, de tal manera que lo logre integrar a sus conceptos y sea relevante en el momento de razonar médicamente.

La educación se debe centrar en el estudiante no en el docente, en cuanto sabe, en cuanto trasmite, por lo tanto, la prioridad no la tienen los procesos de enseñanza sino el aprendizaje.

La educación médica cada día se hace más compleja y difícil, sobre todo si se tiene la idea que todo debe ser aprendido por el estudiante, lo cual a la luz de los conocimientos actuales es imposible. Entonces ¿qué se debe aprender significativamente? Este proceso requiere motivación, pero no es una motivación como se daba anteriormente, con elogio en público o dando buenas notas o exaltando un trabajo, no, la motivación debe ser personal, entonces, esto solamente se logra con un ejemplo personal, mostrando el gusto por el estudio y la práctica profesional, generando espacios de contacto interactivo con el estudiante ¿Qué estrategias didácticas se deben emplear para que el estudiante se sienta participativo de su proceso de aprendizaje y prefiera ésta dinámica a tener que simplemente leer un libro sin ningún tipo de motivación personal diferente al ser evaluado con un cuestionario de respuesta múltiple? ¿Qué hacer para que el estudiante se mantenga interactivo con el conocimiento?

Anteriormente se consideraba un criterio de calidad de enseñanza el dar grandes contenidos de gran profundidad de las diversas asignaturas, olvidando incluso el objeto del conocimiento, en nuestro caso, el paciente o la salud; por esto muchas veces la experiencia era considerada en un segundo plano y mucho menos el integrar el concepto a otras disciplinas. Todo esto debe cambiar, el objeto es el paciente y su salud por lo tanto no debemos olvidar el facilitar el aprendizaje del estudiante alrededor del mismo, ojalá con un contacto temprano con el paciente y sus problemáticas, con una visión integral y no “por partes”, como se hacía en la enseñanza tradicional. El cambio actual consiste en tener una visión sistémica de la enseñanza en medicina, inter y transdisciplinar, tratando de integrar las políticas y las disciplinas sociales, teniendo muy claro el objeto final de formación (característico de un currículo integrado), sin considerar que sea el maestro en quien se deba centrar la educación; la educación repetimos, se centra en el estudiante y por lo tanto la prioridad no la tienen los procesos de enseñanza sino, el aprendizaje. Esto hay que entenderlo bien, no significa que el profesor no sea importante, todo lo contrario, su valor radica en que, de él depende el “cuánto aprendieron”, y, por lo tanto, la educación no se centra, como antes se hacía, en la certeza acerca de “cuánto sabe el docente”.

Cada vez toma mayor importancia que en la educación médica se debe tener en cuenta la formación integral del estudiante entendido como individuo, social, personal, profesional, humano, espiritual y es por ello que dista de la generación de un profesional con énfasis solamente en sus habilidades cognitivas y técnicas. Si bien esto es parte fundamental del proceso, la educación médica debe tender a incluir en sus propósitos, una formación en actitudes, en comunicación, en conocimiento de la bioética y la aplicación de sus principios en su comportamiento e investigación, en la toma de decisiones, el pensamiento crítico y analítico, en el trabajo en equipo, el liderazgo y el manejo de comunidades, entre otros.

En fin, son muchas las ideas que nos pueden venir a la mente cuando pensamos en reforma curricular. Son múltiples las limitaciones que podemos tener para realizar nuestros propósitos de formación y mucho más dependiendo de los sistemas de atención en salud, pero no podemos permitir que el tiempo pase y cambie nuestro entorno sin dar un aporte positivo a la transformación de los procesos educativos que deben contribuir a formar profesionales con nuevas herramientas para los nuevos entornos.

De lo que si estamos seguros es que la Universidad no puede enseñarlo todo; la Universidad, debe aprovechar la oportunidad de formar a un individuo capaz de formularse preguntas y encontrar las respuestas permanentemente a través del tiempo, dentro eso sí, de altos estándares de ética y de nunca olvidar que la Medicina es una ciencia, es un arte y es una profesión que ha perdurado por más de 3.000 años y que así debe perdurar porque es la más intensamente moral de las actividades humanas como que es la Ciencia del Hombre.