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Las personas que reciben tratamiento para el melanoma podrían mejorar la respuesta a la inmunoterapia si tienen una alimentación rica en fibra porque influye en el microbioma intestinal, según un estudio a cargo de los investigadores del Centro de Investigación Oncológica del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), parte de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), y el Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas. Los resultados del estudio, en el que se analizaron tanto personas como ratones con la enfermedad, se publicaron el 24 de diciembre de 2021 en la revista Science.

Entre los pacientes de melanoma avanzado que recibieron inmunoterapia con inhibidores de puntos de control inmunitario, se observó que quienes consumieron al menos 20 gramos al día de fibra alimenticia sobrevivieron más tiempo sin progresión de la enfermedad. Por el contrario, el uso de suplementos probióticos disminuyó un poco la eficacia de los tratamientos con inhibidores de puntos de control inmunitario. Los probióticos son microorganismos vivos que se suelen consumir como un suplemento para mejorar la salud intestinal.

“Los datos indican que es posible cambiar la composición de la microbiota intestinal e influir en la capacidad de respuesta del paciente a la inmunoterapia”, explicó el doctor Giorgio Trinchieri, jefe del Laboratorio de Inmunología Integrativa Oncológica del Centro de Investigación Oncológica del NCI, que es uno de los dirigentes del estudio. “Consumir una dieta rica en fibra, como frutas, vegetales y legumbres, podría mejorar la capacidad de responder a la inmunoterapia”.

La inmunoterapia con inhibidores de puntos de control inmunitario restaura la capacidad natural del sistema inmunitario de reconocer y destruir las células tumorales. Estos medicamentos transforman el tratamiento del melanoma porque aumentan la supervivencia de las personas con enfermedad avanzada, a veces por varios años. Pero en muchos pacientes los inhibidores de puntos de control inmunitario no evitan el crecimiento de los tumores. En varios estudios se indicó que la composición de las bacterias intestinales influye en la respuesta a la inmunoterapia.

“La pregunta es, ¿podemos cambiar la composición del tipo de bacterias en el intestino y mejorar la capacidad de respuesta del paciente?”, señaló el doctor Trinchieri.

En un estudio anterior, el doctor Trinchieri junto con un grupo de colaboradores diferente demostró que algunas personas con melanoma que al principio no respondían al tratamiento con un inhibidor de puntos de control inmunitario respondieron después de recibir un trasplante fecal de un paciente que había respondido al medicamento. Llegaron a la conclusión de que el trasplante fecal introdujo bacterias intestinales distintas que hizo que las células inmunitarias invadieran y destruyeran los tumores con más facilidad.

“También está demostrado que el consumo de fibra y el uso de suplementos probióticos influyen en la composición de las bacterias intestinales. Aunque hay más pacientes que toman suplementos probióticos para tratar de mejorar la salud intestinal, se sabe muy poco sobre la forma en que los probióticos (que cambian la ecología de las bacterias intestinales) afectan la respuesta a la inmunoterapia”, añadió.

El vínculo entre el consumo de fibra y la respuesta a la inmunoterapia tampoco es claro. Sin embargo, en un estudio reciente a cargo de la doctora Romina Goldszmid, también del Centro de Investigación Oncológica del NCI, se comprobó que los ratones alimentados con una dieta rica en pectina, una fibra abundante en las manzanas, lograron evitar el crecimiento tumoral al activar las células inmunitarias y reprogramar el microambiente tumoral.

En el nuevo estudio, el doctor Trinchieri y las codirigentes del estudio, la doctora y máster en Salud Pública Carrie R. Daniel, y la doctora Jennifer A. Wargo, del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, y sus colaboradores, examinaron la composición de los microorganismos fecales (la microbiota intestinal), los hábitos alimenticios y el uso de suplementos probióticos en los pacientes de melanoma avanzado que se trataron con inhibidores de puntos de control inmunitario.

Entre los 128 pacientes cuyo consumo de fibra alimentaria se conocía, quienes informaron que consumían al menos 20 gramos de fibra alimentaria a diario (una cantidad que los investigadores consideraron “suficiente” para el propósito del estudio) vivieron más tiempo sin que el cáncer progresara, en comparación con quienes consumieron menos fibra alimentaria. El aumento de 5 gramos de fibra alimentaria en el consumo diario se relacionó con una disminución del 30 % en el riesgo de progresión de la enfermedad.

Además, los investigadores estudiaron el efecto de la fibra alimentaria en la respuesta al tratamiento con anti-PD-1, un tipo de inhibidor de puntos de control inmunitario, en modelos de melanoma en ratones. Para imitar los distintos tipos de alimentación de los pacientes de melanoma, les dieron a los ratones mucha fibra o poca fibra, inyectaron células de melanoma a los ratones, y luego trataron a los ratones con anti-PD-1. Los ratones alimentados con mucha fibra tuvieron un retraso en el crecimiento tumoral después de recibir el tratamiento con anti-PD-1, en comparación con los ratones alimentados con poca fibra.

Los investigadores repitieron los experimentos en ratones libres de gérmenes, es decir, ratones que se crían para que no tengan bacterias intestinales.

“En los ratones libres de gérmenes, la alimentación no hizo ninguna diferencia en la respuesta a la inmunoterapia”, comentó el doctor Trinchieri. “Esto indica que la alimentación afecta la respuesta a la terapia con inhibidores de puntos de control inmunitario porque cambia la composición de la microbiota intestinal”.

El doctor Trinchieri señaló que es posible que la fibra alimentaria tenga un efecto beneficioso al aumentar los tipos de bacteria en el intestino, como la Ruminococcaceae, que produce concentraciones altas de ácidos grasos de cadena corta y producen un efecto antitumoral.

“Observamos un aumento en el propionato, uno de estos ácidos grasos de cadena corta, en los ratones alimentados con mucha fibra”, mencionó el doctor Trinchieri. “Es más, las bacterias Ruminococcaceae eran más abundantes en la microbiota intestinal de los pacientes cuyo cáncer respondió a la inmunoterapia, en comparación con los que no respondieron a la terapia”.

Además, los investigadores analizaron el efecto de los probióticos en las bacterias intestinales de los modelos de melanoma en ratones. Los ratones que se alimentaron con probióticos presentaron una menor respuesta al tratamiento con anti-PD-L1 y tuvieron tumores más grandes que los ratones de control. En análisis posteriores se demostró que los ratones alimentados con probióticos tuvieron concentraciones más bajas de células inmunitarias antitumorales, lo que indica un debilitamiento de la respuesta inmunitaria.

En el estudio en personas, casi un tercio de los pacientes informaron que habían tomado un suplemento probiótico el mes anterior. Aunque los investigadores aclararon que el tamaño pequeño de la muestra y la variedad de probióticos que usaron los pacientes dificultó llegar a conclusiones definitivas sobre la asociación entre el uso de probióticos y la respuesta a los inhibidores de puntos de control inmunitario, fue posible observar que los pacientes que consumieron las mayores cantidades de fibra sin usar probióticos sobrevivieron más tiempo.

“El efecto de la fibra alimentaria y los probióticos en la microbiota intestinal es solo una parte del panorama”, advirtió el doctor Trinchieri. “Hay muchos factores que influyen en la capacidad de respuesta del paciente de melanoma a la inmunoterapia. Sin embargo, a partir de estos datos, la microbiota parece ser uno de los factores dominantes. Los datos también indican que es probable que sea mejor que las personas con cáncer que reciben inmunoterapia no usen probióticos de venta comercial”.

Señaló que es necesario llevar a cabo estudios más grandes que incluyan otros cánceres además del melanoma.

Acerca del Centro de Investigación Oncológica: El Centro de Investigación Oncológica (CCR) abarca casi 250 equipos que llevan a cabo investigación básica, aplicable y clínica en el programa interno del NCI, en un entorno que apoya la ciencia dirigida a mejorar la salud de los seres humanos. El programa clínico del CCR se encuentra en el Centro Clínico de los NIH, el hospital más grande del mundo dedicado a la investigación clínica. Para obtener más información en inglés sobre el CCR y sus programas, visite ccr.cancer.gov.

Acerca del Instituto Nacional del Cáncer: El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) dirige el Programa Nacional del Cáncer (NCP) y las iniciativas de los Institutos Nacionales de la Salud que tienen como fin disminuir la prevalencia del cáncer de forma drástica y mejorar la vida de los pacientes con cáncer y de sus familiares, mediante la investigación sobre la prevención y la biología del cáncer, la creación de intervenciones nuevas, y la capacitación y el acceso a mentores para los investigadores nuevos. Para obtener más información sobre el cáncer, visite el sitio web del NCI en cancer.gov/espanol o llame al Servicio de Información de Cáncer del NCI, al 1-800-422-6237 (1-800-4-CANCER).

Acerca de los Institutos Nacionales de la Salud: Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) son el organismo nacional de investigación médica, integrado por 27 institutos y centros, y es un componente del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HHS). Los NIH son el organismo federal principal que lleva a cabo y apoya la investigación básica, clínica y médica aplicada e investiga las causas, tratamientos y curas de enfermedades comunes y enfermedades poco comunes. Para obtener más información sobre los NIH y sus programas, visite salud.nih.gov.

Bibliografía
  1. Spencer CN, McQude JL, Gopalakrishnan V, et al. Dietary fiber and probiotics affect the gut microbiome and melanoma immunotherapy response. December 24, 2021. Science. DOI: 10.1126/science.aaz7015.
Publicada originalmente por el Instituto Nacional del Cáncer