“Velamos por la profesión médica, por su ejercicio ético en condiciones laborales dignas y justas y por
la salud de los colombianos”.

Artículo 3º. Estatutos. Capítulo I

Órgano asesor y consultivo del Estado en materia de salud pública desde 1935 (Ley 67 de 1935 y Ley 23 de 1981).

Solo quienes tienen recursos económicos pueden costear un viaje fuera del país para vacunarse, lo que ahonda la desigualdad y el derecho a acceder a la inmunización.

Si usted es una persona con cierta capacidad económica, a lo mejor a sus redes sociales hayan llegado publicaciones promocionando paquetes turísticos que se titulan “Vacúnate y disfruta Miami” y que incluyen tiquetes a Florida, o a Nueva York, pruebas PCR, traslados a puntos de vacunación, alojamiento y asistencias en “tardes de compras” por cerca de 500 dólares, unos $1’869.000.

Juan*, un barranquillero cuya mamá vive en Miami y que reside en un barrio estrato 5, pagó $1’650.000 por su tiquete y se está aplicando la segunda dosis de la vacuna de Pfizer en Estados Unidos. Carlos*, un bogotano mayor de 40 años, también se vacunó en Miami. “La hice en la cadena de farmacias CVS. Fue gratuita. No se da cita, sino que uno se acerca y de inmediato se la aplican y dan cita para la segunda. Yo me puse la de Moderna”.

Aunque cruzar fronteras en busca de tratamiento médico no es una novedad, el turismo de vacunas de COVID-19 sí, y su auge continúa. De acuerdo con la revista Medical Tourism, el turismo de vacunas surgió en diciembre de 2020 en India, cuando algunos operadores comenzaron a ofrecer transporte hacia países en donde se podría obtener una vacuna de COVID-19. “Los clientes pagarían hasta 1.777 dólares por persona para visitar un centro de salud en el extranjero y recibir una vacuna de Pfizer-BioNTech. La tarifa también cubría el aislamiento obligatorio durante un período específico. El paquete incluye un recorrido por la ciudad antes de que el huésped regrese a casa”.

En enero, las agencias turísticas en Estados Unidos comenzaron a promocionar viajes para ciudadanos menores de 65 años hacia Israel, dado que en ese entonces, Florida priorizaba solo a residentes mayores de 65 años. Así, la operadora alquilaba la casa para la estadía de un mes o dos en Israel y compraba los tiquetes. En Reino Unido, por ejemplo, se ofrecieron viajes a mayores de 65 años para ir a vacunarse a los Emiratos .

En medios como El Tiempo o El Espectador hemos replicado los paquetes que ofrecen algunas agencias turísticas desde Colombia para vacunarse en Miami (Florida), Nueva York o Dallas (Texas), entre otros. Los costos van de los 300 a los 2.000 dólares y, a grandes rasgos, los operadores turísticos ofrecen alojamiento por 30 días (para la aplicación de vacunas que requieren dos dosis, como la de Moderna o Pfizer/BioNTech), o viajes exprés un poco más costosos para aplicarse la única dosis que requiere la vacuna de Johnson & Johnson.

Cual sea la modalidad, el destino preferido para el turismo de vacunación ara latinoamericanos es Estados Unidos, y para llegar hasta el aeropuerto de Fort Lauderdale (Florida), en donde la vacuna se aplica de manera gratuita, hay que invertir un máximo de $7’479.000, cifra que apenas un puñado de colombianos puede pagar.

Otros países se han sumado al “boom turístico” de las vacunas, como India y Croacia. Sin embargo, advierten algunos, esto simplemente podría aumentar las brechas entre países de altos ingresos, cuya población tiene acceso masivo a vacunación, y países de ingresos medios y bajos, como Colombia.

A la fecha se han comprado más de 7,4 mil millones de dosis de vacunas, y más de la mitad (3,9 mil millones) las adquirieron países de altos ingresos. Los países de ingresos medianos altos obtuvieron 1.000 millones de dosis y los países de ingresos medianos bajos contrataron los otros 1.800 millones de dosis.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió a través de un comunicado que viajar a otros países para vacunarse no resuelve la crisis del COVID-19, sino que solo prueba la inequidad en el acceso a las dosis en el continente. “No tenemos los datos para confirmar cuántos latinoamericanos están viajando a Estados Unidos para acceder a las vacunas, pero déjenme decir que el turismo de vacunas no es la solución, sino un síntoma de la desigualdad en la distribución de vacunas en las Américas”, dijo Carissa Etienne, directora de la OPS, el pasado miércoles en una rueda de prensa.

En el continente americano viven cerca de mil millones de personas, pero apenas 384 millones han recibido la vacuna del COVID-19, y 258 millones están en Estados Unidos, según las cifras de la OPS. “Las vacunas pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte y no deben ser un privilegio de los países ricos o de las personas ricas, sino un derecho de todos”, dijo.

Lo que Etienne dice en el fondo es que la desigualdad en el acceso a la inmunización y el hecho de que el 75 % de las dosis disponibles de vacunas estén aseguradas por apenas diez países es lo que está impulsado el turismo de vacunas, y que esto agrava la desigualdad en el acceso a la vacunación.

Si bien los hotspots turísticos para vacunas están ofreciendo vacunación gratuita para turistas y personas sin documentos (como Florida), la gran mayoría de dosis aún continúan en manos de un puñado de naciones.

Justamente ayer, mandatarios de países americanos como México, Argentina y Jamaica enviaron una carta a países con excedentes de vacunas para “acabar con la inequidad en la aplicación de vacunas”: “Notamos con grave preocupación que de los 1.300 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 que han sido administradas globalmente, más de la mitad fueron usadas en cinco países que concentran el 50 % del PIB global. En total, los países de renta baja han recibido solo un 0.3% de las dosis mundiales”.

Países como India o Tailandia están experimentando nuevas cepas del virus, y a la par que se convierten en “hotspots” de turismo médico, menos del 7 % de su población está cubierta por planes de salud que ofrecen la vacuna, según “Al Jazeera”. En Perú, por ejemplo, menos del 5 % de los 32 millones de habitantes del país han recibido una dosis de la vacuna, y para no ir muy lejos, apenas 8’425.588 dosis se han aplicado en Colombia.

Otra de las preocupaciones con respecto al turismo de vacunación son los “pasaportes de vacunas” como requisito para atravesar fronteras. En marzo, la Comisión Europea aprobó un “Pase verde digital”, o sea un pasaporte digital que busca garantizar que los viajeros que ya han sido vacunados tengan un documento para probarlo y que los que no han sido vacunados oficialicen que viajan con una prueba COVID-19 negativa.

Sin embargo, la OMS advirtió que por aún no estamos en condiciones de implementar este tipo de documentos, pues “todavía existen incógnitas críticas con respecto a la eficiencia de la vacunación para reducir la transmisión y la disponibilidad limitada de vacunas”, esto dado que ninguna de las vacunas disponibles es 100 % efectiva (aunque todas están muy cerca), lo que significa que los viajeros con pasaportes de vacunas podrían, en teoría, continuar propagando el virus en complejos turísticos abarrotados.

Según Bloomberg, algunas vacunas, como la rusa Sputnik V, no han sido aprobadas en muchas otras partes del mundo –como Colombia– lo que aumenta la posibilidad de que los administradores de los pasaportes COVID tengan que tomar decisiones médicas complicadas sobre qué vacunas son lo suficientemente efectivas para permitir un paso seguro. “Más fundamentales son las cuestiones relativas a la equidad de los pasaportes de vacunas, que inevitablemente favorecerían a los habitantes de las naciones más ricas sobre las más pobres donde la distribución de vacunas apenas comienza. Y los pasaportes de vacunas inicialmente permitirían viajar a una cohorte de personas mayores y de mediana edad”.

En marzo de este año, Julián Fernández, director de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud, dijo que la medida solo se tendría en cuenta mientras cumpla tres condiciones: la primera es que exista un acceso equitativo de vacunas, ya que de lo contrario se generarían desigualdades y restricciones de movilidad para personas de bajos ingresos; la segunda es que se hagan acuerdos entre países en el marco del Reglamento Sanitario Internacional, y, la tercera, es la estandarización internacional de carnés de vacunación. Es decir que, por ahora, este punto está lejos.

Por: Redacción Salud
Tomado de: Eltiempo.com