La ciudad va camino al pico de contagios, pero pueden llegar oleadas como en otras partes del mundo.
Casi dos meses después de haber superado el momento más crítico de la pandemia y estar recuperando la normalidad, el virus del covid-19 volvió a aparecer en Pekín, Seúl, Roma y varias regiones de España. Tampoco se salva del rebote Estados Unidos, donde se llegó a pensar que lo peor ya había pasado, pero lleva días superando sus propios récords.
Bogotá no ha llegado al pico epidemiológico, el cual, según expertos consultados por EL TIEMPO, se estima llegaría en julio o agosto. La alcaldesa Claudia López dijo el viernes pasado que se espera para el octavo mes del año. “En el pico vamos a ver más gente contagiada, grave y fallecida. El pico no es un número, no es una curva, es una tragedia”, agregó la mandataria.
No obstante, las proyecciones del modelo del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de los Andes estiman que la ciudad podría encontrarse en el primer tercio de la curva, “es decir, vamos en tres meses y nos faltarían otros seis”, explica Juan Manuel Cordovez, director de ese departamento.
Por ahora, la ciudad poco a poco sigue avanzando en la reactivación de sectores y con excepciones de más personas para salir a la calle o ir al trabajo. La Administración ha autorizado 79.727 empresas a abrir sus puertas, para unas 550.213 personas trabajando, y calcula que cerca de 5 millones de bogotanos se están movilizando al día.
Por la experiencia que hoy viven varias ciudades del mundo, es muy probable que luego de que baje la curva de contagio puedan aparecer oleadas; así lo entiende el secretario de Salud de Bogotá, Alejandro Gómez.
Esas “llamaradas” –como también han sido denominadas las reapariciones de infectados– prendieron las alarmas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su director regional en Europa, Hans Henri P. Kluge, llamó a invertir en vigilancia, test y rastreos de contactos para evitar que colapsen los sistemas sanitarios y a “levantar las restricciones con cuidado”. Hasta ahora, con excepción de EE. UU., los casos en el planeta han sido focalizados en mercados, fábricas, granjas o pequeños grupos de personas.
Esta situación, por supuesto, genera también preocupación en el país. Entonces, la pregunta que surge es: ¿cómo podemos manejar una segunda ola en una nueva fase de la pandemia? Sin duda, esto no será fácil y dependerá no solo del control epidemiológico, sino también de todos los ciudadanos.
Los datos de la ciudad
Con más de 25.000 infectados, la capital colombiana tiene el 30 % de los casos reportados en el país. Según el Instituto Nacional de Salud (INS), el número reproductivo efectivo es 1,12, es decir, una persona enferma contagia a otra. Esto significa que el virus sigue propagándose. Lo ideal, dicen infectólogos y epidemiólogos, es que esté por debajo de uno. En este punto es cuando realmente se empieza a ganar la lucha contra la expansión.
Pero tal vez el indicador más contundente sea el de fallecimientos, porque ante un virus tan contagioso, lo que finalmente se busca es evitar las muertes o que sean las menos posibles. Este parámetro se ubica para la población joven en 1 %, y en 4 % para mayores de 60 años; en otras palabras, mientras mayor edad, más riesgo de fallecer. Según la página oficial Saludata, hasta el viernes pasado había muerto el 2,2 % (545) del total de infectados.
Y las camas de unidades de cuidados intensivos (UCI), claves para atender a las personas más críticas, registraban una ocupación cercana al 70 %. Con corte al viernes, de las 826 disponibles para pacientes de covid-19, 575 estaban ocupadas así: 145 confirmados y 430 probables.
Luis Jorge Hernández, coordinador del área de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, no cree que antes de año y medio se esté superando del todo la pandemia y compara el momento del pico de contagio con un barco que para pasar al otro lado de una tormenta no tiene otra forma que cruzarla.
“Mientras aparece la vacuna, la única forma de salir de la epidemia es que se expanda, que nos contagiemos, para ir haciendo inmunidad”, agrega. Dice, además, que lo que podemos hacer es “manejarnos como si todos fuéramos portadores”, al tiempo que se mantienen controlados indicadores en transporte masivo, transacciones bancarias físicas, mortalidad, letalidad, positividad de las pruebas y morbilidad.
Cambiar comportamientos
Carlos Álvarez, infectólogo y vicepresidente en Salud de Colsanitas, considera que, aunque Bogotá no se puede comparar con ciudades con características distintas, como el caso de urbes europeas o incluso asiáticas, dice que la estrategia debe ser la del “acordeón”, es decir, se va abriendo o cerrando según la circulación del virus. “El estado que viene en adelante es un estado de liberar o restringir medidas de movilidad, basados en cómo se vaya comportando”.
Sin embargo, no muchos creen que una nueva cuarentena pueda funcionar. Uno de ellos es Omar Oróstegui, experto urbano y director del programa Bogotá Como Vamos. “Con el tiempo, las cuarentenas pierden eficacia. A medida que las condiciones económicas de los hogares empeoran, aumentan los brotes de desobediencia e indisciplina”.
Agrega que la ciudad debe enfocarse en cambiar los comportamientos y hábitos de las personas. “Eso significa comunicar desde la pedagogía y no desde el miedo y la sanción”, afirma.
Para María Luisa Latorre, directora de la maestría de Salud Pública de la Fundación Juan N. Corpas, “es importante que la población entienda que todos somos susceptibles de contagiarnos y de contagiar a otros, y que tenemos una responsabilidad en lograr que no nos enfermemos al mismo tiempo, para que las IPS no se congestionen”.
Henry Murrain, director ejecutivo de Corpovisionarios, por su parte, dice que los bogotanos están cumpliendo con las medidas de autocuidado, aunque están agotados, y reconoce que se requiere un trabajo más intenso en pedagogía, pero además una buena dosis de optimismo y esperanza.
A todo esto el arquitecto y urbanista Mario Noriega, quien viene estudiando el comportamiento del virus, le suma que desde ahora se necesita un manejo de datos, herramientas y análisis más sofisticados, que “no solo nos digan lo que pasó, sino que nos permitan tomar decisiones hacia el futuro, porque ya no podemos depender tanto de la suerte y de la incertidumbre”.
5 preguntas a Alejandro Gómez, secretario de Salud de Bogotá.
De acuerdo con las proyecciones y análisis de la Secretaría de Salud, ¿en qué momento del pico epidemiológico de la pandemia de covid-19 se encuentra Bogotá?
La ciudad viene presentando un aumento en el número de casos, estamos en una fase de aumento sostenido y progresivo con un incremento del 4 al 6 % diario sobre el dato inmediatamente anterior. La ciudad no ha llegado al punto máximo esperado.
¿Cuántas pruebas se hacen hoy y cuántas llevamos en total?
La capacidad ha crecido de manera constante desde las 200 pruebas diarias de marzo hasta las casi 6.000 que se procesan hoy; para lograrlo se ha tenido que conformar una red distrital de laboratorios, en cabeza del laboratorio distrital de salud pública de la secretaría, la cual reúne a universidades y laboratorios particulares debidamente certificados en pruebas moleculares. Al 25 de junio, se han procesado 195.569 muestras, esto arroja un indicador de 25.254 por millón de habitantes.
Estamos en una fase de aumento sostenido y progresivo con un incremento del 4 al 6 % diario sobre el dato
inmediatamente anterior
Una vez la curva de contagios comience a bajar, ¿qué medidas de autocuidado, aislamiento y control epidemiológico deben mantenerse?
Las tres medidas básicas deben ser sostenidas en el tiempo, lo vienen demostrando las experiencias de otros países que han superado este primer pico y presentan nuevos casos, lo que evidencia que el distanciamiento físico, el lavado de manos y el uso de tapabocas deben mantenerse.
¿Cuando la curva baje pueden aparecer rebrotes?
La experiencia de China, Alemania y otras zonas del mundo demuestra la posibilidad de nuevos brotes de contagio y presentación de la enfermedad, luego de haber pasado el primer pico epidémico. Cabe esperar que la situación en Colombia y Bogotá pueda presentar un comportamiento similar.
¿Qué niveles de restricción y de apertura deben conservarse, para mantener controlada la expansión del virus, una vez baje la curva?
Cada ciudad deberá analizar estrictamente y evaluar cuál es el comportamiento del virus y su capacidad de atención, que permita una vida social, sin poner en riesgo la capacidad de respuesta de los servicios sanitarios para atender el número de personas que se van contagiando.
GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ
Editor Bogotá
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TOMADO DE: Eltiempo.com
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