“Velamos por la profesión médica, por su ejercicio ético en condiciones laborales dignas y justas y por
la salud de los colombianos”.

Artículo 3º. Estatutos. Capítulo I

Órgano asesor y consultivo del Estado en materia de salud pública desde 1935 (Ley 67 de 1935 y Ley 23 de 1981).

¿Apostolado o trabajo? El lugar del médico en el sistema de salud colombiano

Ana María Soleibe, Presidenta de la Federación Médica Colombiana | Diciembre 3 de 2025

Durante décadas, el ejercicio médico en Colombia ha oscilado entre dos narrativas en tensión: la del apostolado, que presenta la práctica como un llamado moral al sacrificio, y la del trabajo profesional, atravesado por derechos laborales, remuneración justa y riesgos psicosociales crecientes. En ese choque conceptual se definen no solo las condiciones de vida de miles de médicos, sino también los intereses que explican la resistencia a las reformas estructurales del sistema de salud.

Históricamente, la medicina ha estado asociada a un ideal de entrega incondicional. Para Freidson (2001), los profesionales de alto estatus suelen reproducir discursos morales que refuerzan su autoridad simbólica. En América Latina, diversos estudios muestran que los médicos internalizan creencias vinculadas al sacrificio, la tolerancia al agotamiento y la normalización de jornadas extenuantes (Aragón et al., 2020). Estas narrativas no son inofensivas: invisibilizan el desgaste emocional, legitiman dinámicas académicas abusivas, dificultan la búsqueda de apoyo psicológico y naturalizan la sobrecarga laboral.

Sin embargo, atribuir la precarización exclusivamente a la cultura del sacrificio sería una simplificación. La realidad está profundamente determinada por la manera en que el sistema se organiza: formas de contratación inestable, fragmentación de la atención, intermediación, tercerización y un esquema de aseguramiento que genera incentivos económicos contrarios a la estabilidad laboral.

Un ejemplo ilustrativo es la Ley 1917 de 2018, que reconoce a los médicos residentes como trabajadores con derechos. Aunque se trató de un avance histórico, esta norma es una excepción aislada en un sistema donde la mayoría de los médicos —generales, rurales, especialistas jóvenes— continúan vinculados mediante contratos precarios, pagos tardíos, ausencia de vacaciones y cargas asistenciales que superan cualquier estándar de salud ocupacional. La contradicción es evidente: en el plano legal se reconoce a los médicos como trabajadores, pero en la práctica se les trata como si ejercieran un apostolado que exige disponibilidad ilimitada.

Importa subrayar que no existe ninguna norma en Colombia que declare la medicina como un apostolado. El sacrificio no es una obligación jurídica; es un legado cultural que hoy entra en conflicto con la salud mental y los derechos laborales de los profesionales.

La narrativa pública suele presentar la precarización médica como un fenómeno uniforme, pero la realidad es mucho más heterogénea. Médicos generales en zonas rurales o en IPS pequeñas trabajan con contratos por prestación de servicios, inestabilidad permanente y cargas excesivas. En contraste, algunos especialistas en grandes ciudades y áreas de alta demanda, como anestesiología, radiología u oftalmología, perciben ingresos muy superiores y ejercen con mayor autonomía. La brecha regional también es profunda: departamentos como Chocó, Guainía o La Guajira mantienen condiciones laborales críticas, mientras Bogotá o Medellín concentran las mejores remuneraciones y oferta de empleo.

El mercado médico colombiano es, en suma, desigual y estratificado. Ignorar estas diferencias oculta las razones por las cuales ciertos grupos de especialistas se oponen con fuerza a la reforma del sistema de salud. La resistencia no obedece únicamente a argumentos técnicos; también responde a intereses económicos cimentados en modelos de negocio que se verían afectados por cambios estructurales.

Según datos del Observatorio de Talento Humano en Salud* (OTHS), en 2023 había en Colombia 132.648 médicos, de los cuales 27.327 tenían algún tipo de especialidad. Esa distribución revela un gremio pequeño, con especialidades concentradas y un mercado competitivo donde ciertos nichos han logrado construir ingresos elevados y estables dentro del modelo vigente.

Los estudios sobre integración vertical en el sistema de salud colombiano (Giedion et al., 2010; IETS, 2019) documentan cómo las EPS pueden contratar servicios con sus propios hospitales, laboratorios y centros diagnósticos, creando incentivos económicos que benefician a determinados grupos profesionales. Especialidades como imagenología, anestesia o aquellas centradas en procedimientos quirúrgicos de alta facturación se han visto favorecidas por esquemas donde el ingreso depende del volumen de servicios prestados, más que del tiempo dedicado, la estabilidad laboral o la complejidad del acto médico.

La reforma al sistema de salud busca precisamente modificar estos incentivos y reducir los espacios donde la integración vertical permite capturar rentas a través de la intermediación y la facturación. Esto impacta directamente los circuitos de ingresos construidos alrededor de esos modelos de negocio. Por ello, no resulta sorprendente que algunos de los voceros de gremios y organizaciones en contra de la reforma provengan de sectores que hoy se benefician de manera notable del diseño vigente.

La desigualdad salarial dentro del gremio médico, ampliamente documentada en estudios locales y comparada internacionalmente (Miani et al., 2016; OCDE, 2019)**, muestra que el problema no es solo la precarización de los peor remunerados, sino también la concentración de oportunidades y poder en manos de un segmento minoritario del gremio.

La pregunta sobre si la medicina es un apostolado o un trabajo no es un debate abstracto. Define la forma en que se construyen los derechos, las sobrecargas, las expectativas sociales y los incentivos económicos dentro del sistema de salud. Mientras persista la idea del sacrificio como virtud esencial, será posible justificar prácticas laborales que no serían aceptables en ningún otro campo profesional.

Reconocer a los médicos como trabajadores implica no solo mejorar las condiciones de quienes hoy están precarizados, sino también revisar críticamente los privilegios de los grupos que han prosperado gracias a la fragmentación y la lógica mercantil del sistema. Una reforma verdadera deberá garantizar que el sistema no dependa del sacrificio personal, sino de instituciones que protejan tanto al paciente como al profesional que lo atiende.

* Observatorio de Talento Humano en Salud (OTHS). (2023). Informe anual de talento humano en salud en Colombia. Ministerio de Salud y Protección Social
** OECD. (2019). Health at a Glance: OECD Indicators. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.