Sin cuidado a los cuidadores no hay salud
Ana María Soleibe, Presidenta de la Federación Médica Colombiana | Octubre 7 de 2025

Imagen propia FMC
En medio del debate nacional sobre la reforma a la salud, uno de los avances más significativos, y al mismo tiempo más atacados, ha sido la creación de un Régimen Laboral Especial para los Trabajadores de la Salud. Este logro, fruto de años de lucha gremial y evidencia científica, reconoce que las condiciones laborales del personal de salud no pueden tratarse como las de cualquier sector. Sin embargo, partidos como el Centro Democrático, Cambio Radical, la U y MIRA, que buscan hundir la reforma, han promovido ponencias que pretenden eliminar este componente, de tal modo que se perpetuará el modelo de tercerización, inestabilidad y desgaste que caracteriza hoy al sistema de salud.
Colombia es un país que no cuida a sus cuidadores; todos saben que la mayoría de las auxiliares de enfermería, terapeutas, bacteriólogos, fisioterapeutas, médicos, enfermeras y personal de salud en general trabaja bajo contratos por prestación de servicios (OPS), sin estabilidad, prestaciones sociales ni mecanismos de protección frente a riesgos laborales. La consecuencia es clara: agotamiento profesional, rotación constante, errores clínicos y pérdida de legitimidad institucional.
La evidencia científica lo confirma. El síndrome de burnout, definido por la OMS como un fenómeno laboral caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y baja realización profesional, aparece con mayor frecuencia en entornos con jornadas extensas, alta presión emocional, ausencia de apoyo organizacional y precariedad contractual.
Estas condiciones son la norma en el sistema de salud colombiano: médicos que trabajan turnos de 24 horas sin pago justo por disponibilidad, enfermeras que combinan tres empleos para alcanzar un ingreso digno y personal de apoyo sin cobertura adecuada frente a riesgos biológicos o psicosociales. Existen trabajadores que, en 10 años, no han tenido vacaciones. No se trata de casos aislados, sino de una estructura laboral que explota el compromiso ético de los trabajadores para sostener un sistema financieramente enfermo.
Las consecuencias de la precarización no se pueden ocultar. El agotamiento profesional no solo destruye vidas, también compromete la seguridad de los pacientes. Diversos estudios muestran que la fatiga, la sobrecarga y la falta de personal incrementan la probabilidad de errores médicos, eventos adversos y mortalidad hospitalaria.
Personal insuficiente y rotación constante disminuyen la continuidad del cuidado, mientras la desmotivación erosiona la empatía y la comunicación terapéutica. El resultado es un círculo vicioso: menos prevención, más complicaciones, mayores costos sanitarios y una ciudadanía que pierde confianza en su sistema de salud. Cuando el personal que cuida enferma, el sistema entero enferma con él.
La relación entre condiciones laborales y resultados en salud no es una opinión gremial: es un hecho documentado. La literatura internacional demuestra que la calidad asistencial mejora directamente cuando el personal sanitario tiene jornadas razonables, dotación suficiente, derechos laborales y reconocimiento institucional.
Un metaanálisis de la Universidad de Pensilvania reveló que cada paciente adicional por enfermera aumenta en un 7 % la mortalidad hospitalaria. Otro estudio de Mayo Clinic Proceedings concluyó que los entornos que promueven el bienestar laboral reducen el burnout y mejoran la seguridad del paciente. La Organización Mundial de la Salud advierte que el agotamiento laboral en profesionales de la salud constituye una amenaza para los sistemas sanitarios y recomienda adoptar políticas específicas de protección y descanso.
El Régimen Laboral Especial, propuesto en el proyecto de reforma a la salud del Gobierno, busca precisamente corregir esas fallas estructurales:
- Limitar las jornadas laborales, garantizar descansos adecuados y pagos justos por disponibilidad y recargos.
- Proteger frente a riesgos biológicos y psicosociales, con programas de salud ocupacional efectivos.
- Asegurar condiciones pensionales que reflejen la alta carga y el desgaste inherente al ejercicio del cuidado.
- Eliminar la tercerización laboral, asegurando vinculación directa y estabilidad.
- Incluir el bienestar laboral como indicador de calidad asistencial.
No se trata de un privilegio gremial, sino de una respuesta técnica y ética a un problema de salud pública. Un régimen especial reconoce la naturaleza singular del trabajo sanitario, caracterizado por la exposición constante al sufrimiento humano, a la muerte y a riesgos biológicos, además de la exigencia emocional que conlleva cuidar a otros.
Sin embargo, la oposición política de algunos partidos amenaza con revertir este avance aprobado en la Cámara de Representantes. Cuando el Centro Democrático, Cambio Radical, la U, MIRA y grupos cristianos frenan o intentan eliminar el Régimen Laboral Especial, no están defendiendo eficiencia ni sostenibilidad: están defendiendo la continuidad de un modelo que precariza a los trabajadores y pone en riesgo la vida de los pacientes.
Un país que no cuida a sus cuidadores está condenado a un sistema de salud mediocre. La defensa del Régimen Laboral Especial no es solo una bandera gremial; es la defensa del derecho colectivo a recibir atención segura, continua y digna.
La Federación Médica Colombiana hace un llamado a la ciudadanía, a los trabajadores: no hay reforma posible ni salud pública sólida sobre el desgaste y la precariedad de quienes sostienen la vida de los demás. La indignación debe transformarse en acción organizada, porque defender el Régimen Laboral Especial es defender la salud de todo un país.
Por ello, a partir de noviembre, se invita a un ciclo nacional de conversaciones territoriales en todas las regiones, con el propósito de construir, junto a los trabajadores de la salud, una propuesta justa de régimen laboral especial, en un proceso participativo, técnico y movilizador, orientado a convertir la voz del personal de salud en política pública. Porque ninguna reforma será legítima ni efectiva si no parte de la dignidad de quienes cuidan la vida.
No será lo que digan los legisladores que nos han desconocido durante 30 años y aún hoy pretenden eliminar lo conquistado en el debate de Cámara; serán las trabajadoras y trabajadores de la salud quienes lo construirán.
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