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Los pulsos eléctricos no invasivos mejoran la capacidad de las personas mayores para recordar listas de palabras incluso un mes después, de acuerdo con un estudio. La investigación abre la puerta a su aplicación futura en personas con enfermedades como el alzhéimer

Muchos de nosotros tendremos dificultades para recordar cosas a medida que envejecemos. Según una nueva investigación, una forma no invasiva de estimulación cerebral podría ayudarnos. El enfoque parece mejorar la memoria de las personas mayores y ayudarlas a recordar unas listas de palabras.

La técnica se puede adaptar para mejorar la memoria a corto o a largo plazo, y los beneficios parecen durar al menos un mes. Es la primera vez que se demuestra que este tipo de estimulación cerebral tiene efectos tan duraderos en la memoria humana, aseguran los investigadores detrás de este estudio.

“Fue una intervención muy breve que produjo un efecto inmediato y muy duradero”, afirma el ingeniero neural del City College de Nueva York (EE UU) Marom Bikson, que no participó en el estudio. “Se requiere más investigación, pero si esto funciona, podría estar en la consulta de todos los médicos… y al final podría ser algo que la gente use en casa”, añade.

Los cerebros eléctricos

“Es una realidad incómoda de la vida, pero a medida que envejecemos, todos nos volvemos un poco olvidadizos”, resalta el neurocientífico de la Universidad de Boston (EE UU) Rob Reinhart, quien dirigió el estudio. Reinhart analiza las redes cerebrales para distintas funciones como la cognición, la atención y la memoria, y cómo parece que disminuyen con la edad como resultado de algunos trastornos.

Las células cerebrales se comunican entre sí mediante pulsos eléctricos, y las redes y regiones cerebrales tienen sus propios pulsos de actividad eléctrica. La creciente evidencia sugiere que la aplicación de estimulación eléctrica a estas redes puede cambiar la forma en la que funcionan y fortalecer las conexiones entre las regiones del cerebro.

Para averiguar si este enfoque es capaz de mejorar la memoria, Reinhart y sus colegas recurrieron a una forma de estimulación cerebral llamada estimulación de corriente alterna transcraneal (tACS). Esta técnica permite pulsos suaves de electricidad al cráneo a través de los electrodos incrustados en una especie de gorro de natación.

Aunque este método proporciona electricidad a las regiones del cerebro, los niveles son demasiado bajos para activar las células cerebrales. No obstante, la estimulación de corriente alterna transcraneal modifica la forma en la que se activan las células, explica Reinhart quien prefiere describir el uso de tACS como modulación cerebral en lugar de estimulación cerebral. “Son niveles de corriente alterna no invasivos, seguros y muy suaves“, indica el neurocientífico.

El equipo utilizó una forma moderna de alta definición de tACS, que permite a los investigadores dirigirse a pequeñas regiones del cerebro. El grupo decidió centrarse en dos regiones del cerebro que se sabe que tienen algo que ver con la memoria: la parte de la corteza prefrontal en la sección frontal del cerebro, que está involucrada en la memoria a largo plazo, y el lóbulo parietal inferior, la región en la parte posterior del cerebro que se cree que influye en la memoria a corto plazo.

Cada una de estas dos regiones del cerebro tiene su propio patrón característico de los pulsos eléctricos de actividad u ondas cerebrales. En el primer experimento, Reinhart y sus colegas administraron pulsos de actividad para igualar los ritmos naturales de cada región: frecuencias altas para la corteza prefrontal y frecuencias bajas para el lóbulo parietal.

Hormigueo, picazón y calor

El equipo reunió a 60 voluntarios, todos con edades comprendidas entre los 65 y los 88 años, que se dividieron en tres grupos. En una actividad, a cada persona se le leía una lista de 20 palabras y todas tenían que recordarlas más tarde. Mientras realizaban esta tarea, a un tercio del grupo se le moduló la corteza prefrontal del cerebro, y a otro tercio los lóbulos parietales. El tercio restante tenía puesta un gorro de electrodos, pero no recibió ningún estímulo.

Aquellos que recibieron estimulación cerebral no sintieron nada drástico, señala Reinhart. “Cuando pasa la corriente, se siente un ligero hormigueo, picazón, pinchazo o sensación de calor”, indica el experto.

La sesión de 20 minutos se repitió durante cuatro días consecutivos. En esos cuatro días, las personas que recibieron estimulación cerebral mejoraron su capacidad para recordar palabras. No hubo tal mejora entre aquellos que no fueron estimulados.

El tipo de mejora de la memoria dependía de qué regiones del cerebro habían sido estimuladas. Aquellos a quienes se les estimuló la parte frontal del cerebro recordaban mejor las primeras palabras de la lista, un resultado que sugiere que su memoria a largo plazo había mejorado. Aquellos a quienes se les estimuló la región de los lóbulos parietales notaron mejoras en su memoria a corto plazo.

Al terminar los cuatro días, aquellos a los que se les estimuló el cerebro mejoraron su rendimiento entre un 50% y un 65% y recordaban, de media, entre cuatro y seis palabras adicionales de la lista de 20, según Reinhart. “Es muy impresionante”, opina el neurocientífico cognitivo de la Universidad de Surrey (Reino Unido) Roi Cohen Kadosh, que no participó en el estudio.

Podemos ver cómo se acumulan las mejoras en la memoria cada día que pasa“, asegura Reinhart, quien, junto con sus colegas, publicó los hallazgos en la revista Nature Neuroscience el pasado lunes.

Las mayores mejoras se dieron entre aquellos que tenían la peor función cognitiva al inicio del estudio. Esto sugiere que esta técnica algún día podría ser útil para las personas con trastornos de la memoria como la enfermedad de Alzheimer u otras demencias, afirma Reinhart.

Cuando el equipo de Reinhart intercambió las frecuencias, usando en la parte frontal del cerebro frecuencias bajas y en la parte posterior del cerebro frecuencias altas, no hubo mejora ni en la memoria a corto ni a largo plazo. Esto sugiere que para que funcione bien, el tipo de estimulación debe coincidir con las ondas cerebrales naturales.

Reinhart y sus colegas volvieron a ver a sus voluntarios un mes después de terminar el experimento y no saben si las mejoras duraron más allá de ese punto. Aunque el estudio encontró que los voluntarios recordaban mejor las palabras de la lista, Reinhart no sabe si su memoria progresó en general ni si la estimulación mejoró sus vidas de alguna manera.

“Los efectos son realmente específicos, y no algo que beneficiaría a una persona que quisiera mejorar su memoria de manera más genérica”, indica Cohen Kadosh, quien señala que las personas que quieren memorizar un contenido para un examen, por ejemplo, no solo quieren recordar la primera y la última cosa que leyeron, sino deben recordarlo todo. “Tenemos que ver si realmente hay un efecto en las funciones de la vida cotidiana“, resalta este neurocientífico.

Bikson está de acuerdo en que esta es una cuestión válida: algunos juegos de “entrenamiento cerebral” prometen mejorar la cognición del jugador, pero la investigación sugiere que, de hecho, los jugadores solo mejoran en ese juego y no tienen mayores beneficios. Sin embargo, el enfoque de Reinhart es diferente, insiste el experto. “Si se estimulan las redes cerebrales que generalmente están involucradas en algún aspecto de la cognición. Eso respalda la idea de que los beneficios se podrían generalizar”, concluye Bikson.

Por Jessica Hamzelou | traducido por Ana Milutinovic
Tomado de: https://www.technologyreview.es/