“Velamos por la profesión médica, por su ejercicio ético en condiciones laborales dignas y justas y por
la salud de los colombianos”.

Artículo 3º. Estatutos. Capítulo I

Órgano asesor y consultivo del Estado en materia de salud pública desde 1935 (Ley 67 de 1935 y Ley 23 de 1981).

Qué pasa con la situación de pobreza en Bogotá? Las últimas cifras del DANE evidencian que la personas en pobreza monetaria en la capital del país (3.357.585) alcanzan a ser un poco más que la población en Cali y Cartagena, mientras que aquellas en pobreza extrema (1.098.662) a la de Barranquilla. Por otro lado, la línea de pobreza se ubicó en $455.030, lo que significa que acceder a necesidades básicas es más costoso que en cualquier otra ciudad.

No obstante, el tema que más puede preocupar es la tasa de pobreza. En el 2012 era del 27%, el mismo valor que en el 2019 (27,2%); es decir, la ciudad se acercaba a una década de estancamiento y el Covid-19 fue un detonante que la aumentó en un 12,9%. Estos datos permiten inferir que la pandemia no es la única responsable, la ciudad ya presentaba desafíos antes de la crisis sanitaria. Teniendo en cuenta esto, la pobreza en Bogotá debe ser analizada desde sus causas estructurales y la coyuntura.

Desde el análisis estructural, vale la pena resaltar lo siguiente: lo primero, teniendo en cuenta los datos 2017 de la Encuesta Multipropósito, el 50,5% de las personas vivían en estratos 1 y 2; la ciudad tenía un número significativo de hogares que podían caer en situación de pobreza a causa de externalidades como, por ejemplo, la pandemia. De igual manera, la tasa de informalidad venía presentando un descenso lento, pasando de 45,5% en 2010 a un 40,6% en 2019; entonces, las fuentes de ingresos de un porcentaje de hogares dependían de actividades con menor grado de especialización y de cobertura a protección social como salud y pensiones. Bogotá tenía un mercado laboral con un grado de precarización relevante que no se estaba transformando.

Segundo, en cuanto al coeficiente de Gini se venía evidenciando un aumento: pasó de 0,498 en 2017 a 0,559 en 2020. La ciudad ocupa el primer lugar con mayor desigualdad en el país, en comparación con los principales dominios y 13 ciudades y áreas metropolitanas, le siguen Cali (0,523), Cúcuta (0,522) y Medellín (0,52). El modelo de bienestar presentaba asimetrías, exclusión e inequidades para la mayoría de la población.

Ahora, a parte de las causas estructurales, se sumó una pandemia que frenó el proceso normal de la actividad económica. Bogotá ha sido una de las ciudades con mayores restricciones del país con consecuencias en todo su aparato productivo. Según el 4° boletín del Observatorio para el seguimiento de la atención de la emergencia y reactivación de Bogotá después de un año de la pandemia, si bien la ciudad representa el 26% de los ingresos, fue responsable del 37% de las pérdidas de ingresos nacionales en enero; sumado a que en el 2020 Bogotá y Barranquilla registraron la mayor caída en la creación y renovación de empresas.

Las cifras del DANE evidencian estos hechos. Analizando la incidencia de pobreza por ciudades, Bogotá aportó el 31,3% en el aumento del total nacional, seguida por Cali con un 10,6%. La capital ha sido uno de los territorios más afectados en términos socioeconómicos a causa de la pandemia.

Ante este escenario, se hacen necesarias propuestas urgentes y estructurales. La situación de pobreza hoy requiere ampliar las medidas para su contención, como: aumentar y garantizar las transferencias monetarias y ayudas alimentarias que brinden protección social; por lo menos hasta que la pandemia no impida la actividad económica de manera natural. En ese sentido, a la luz del presupuesto y del cupo de endeudamiento aprobado el año pasado, cobra importancia analizar la posibilidad de redistribuciones presupuestales que permitan aumentar la mitigación de los impactos derivados por la pandemia y que se sumen a las transferencias del Gobierno Nacional. Este sentido de urgencia también podría ser concretado en temas como, por ejemplo: flexibilizaciones en el entorno empresarial, como: menores restricciones para la creación de empresas, empleo formal, responsabilidades tributarias, entre otras.

Por otro lado, como lo ha mencionado la CEPAL, es el momento de apuntar a una recuperación transformadora para el desarrollo sostenible; es decir, una estrategia que combine la recuperación económica con la superación del modelo vigente. Esto implica, incrementar la participación de algunos sectores en la economía y desincentivar a otros por razones ambientales, de igualdad o tecnológicas. Por ejemplo, apuestas estratégicas como la movilidad sostenible, la economía digital inclusiva y la industria manufacturera para el cuidado de la salud, pueden alentar una recuperación sostenible e inclusiva.

Los hechos de los últimos días, sumados a los datos de pobreza en la ciudad, son un llamado ciudadano a que es el momento de recuperar la confianza, juntar esfuerzos, dialogar y construir en conjunto un modelo diferente de bienestar que proporcione las oportunidades y derechos mínimos para todas las personas; trabajando por el mejoramiento de la calidad de vida de la población.

Foto: Carlos Ortega EFE
Por: Felipe Bogotá
Tomado de: Eltiempo.com