Usualmente la gente va a las universidades a estudiar o a enseñar y a los hospitales a que lo curen o a curar. Por lo menos, eso es lo que se cree. Pero la semana pasada el ESMAD (que a la letra quiere decir Escuadrón Móvil Anti Disturbios) de Bogotá nos demostró con toda su brutalidad que no van allí a eso sino a reprimir con violencia abusiva a quienes manifiestan su inconformidad por la corrupción administrativa en el manejo de ciertas universidades… y que si, de paso, hay por ahí cerca un hospital vecino, pues ¡hágale! Eche los gases lacrimógenos. ¡Qué importan los enfermos que acuden a él aunque el blanco sean sus vecinos, los estudiantes, unos terroristas! Da lo mismo si son hombres o mujeres a quienes golpean. Y si son mujeres, pues quien las manda a estar en esos disturbios; se ganan los golpes por atrevidas. Desafortunadamente estas son frases de la vida real dichas por personas que no son estudiantes pero tampoco estuvieron en el lugar de los hechos y se dicen analistas políticos; de esos que escriben mucho y los leen pocos pero pregonan en reuniones sociales que escriben, a ver si alguien los lee. No importa que con lo que digan se lleven por delante a personas atropelladas por ese grupo policial, especializado en represión, que obedece directrices claras, cuyo objetivo es controlar a como dé lugar lo que la policía metropolitana y, probablemente, su máximo jefe, el alcalde mayor, interpretan como un disturbio. El objetivo es sembrar confusión y miedo entre los manifestantes para dispersar y reprimir.
Estos hechos merecen ser tratados teniendo en cuenta la causa de la protesta callejera pacífica y diferenciándola de un disturbio. Precisamente, actos agresivos contra una movilización masiva de personas pacíficas, terminan provocando un disturbio, en donde aparecen confusión, miedo, huída, rabia y enfrentamiento. ¿Es sano esto? Si la protesta (1) la genera el descubrimiento de actos corruptos de la administración de una universidad, en este caso pública, ¿no debería ocurrir de inmediato, por parte de las autoridades, un llamado a escuchar la queja? Y ¿qué pretenden esas autoridades irrumpiendo violentamente en las universidades con sus organismos de represión? Aquí lo que hay es una respuesta primaria cuyo objeto pareciera ser atemorizar a la comunidad universitaria. Y por ahí no es la cosa, pues eso es continuar con el dañino método de la solución violenta de las diferencias, que en este caso no midió las consecuencias sobre las personas enfermas que acuden a una institución hospitalaria para recibir atención médica. Es una acción irresponsable, inaceptable y condenable. La Misión Médica ha sufrido miles de agresiones en tiempos de guerra, aquellos que creíamos terminarían al firmarse los acuerdos de paz. No es posible que ahora siga siendo objeto de infracciones, entendiendo por infracción a ella la “conducta que por acción u omisión afecta a los componentes y actividades de la Misión Médica o a los beneficiarios directos de la misma (pacientes o comunidades) y que se relaciona con situaciones de orden público, irrespetando a uno o varios de los deberes o derechos mencionados en los fundamentos legales y los casos evaluados (2)
Con tal proceder, parece que ESMAD quisiera decir ESCUADRÓN MÓVIL ANTI DEMOCRACIA.
SERGIO ISAZA VILLA, M. D. – PEDIATRA
PRESIDENTE
FEDERACIÓN MÉDICA COLOMBIANA